Nerón, un perro que paseaba junto a su familiar y otras dos personas por el Parque Natural de la Sierra de Baza, murió a los pocos minutos como consecuencia del disparo.
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Volvemos a conocer un caso de violencia indiscriminada por parte de los cazadores. El pasado 9 de marzo, tres senderistas paseaban junto a Nerón, un perro de seis años, por el Parque Natural de la Sierra de Baza, en Granada. De pronto, escucharon «una fuerte explosión«. Nerón, que iba unos diez metros más adelante y que pertenecía a uno de los paseantes, comenzó a gritar mientras se desplomaba entre las rocas del terreno escarpado. «Pensé que había mordido una granada abandonada», explica su familiar.
El animal había recibido un disparo por la espalda sin orificio de salida. Uno de los senderistas, médico de profesión, identificó signos de muerte inminente y recomendó a su compañero que se despidiese: «Se va a morir, abrázalo. Abrázalo fuerte«. En cuestión de segundos, el perro perdería por completo la consciencia y moriría.
Unos minutos más tarde, un cazador agazapado entre la maleza se aproxima a los tres hombres vestido de camuflaje: «Pensé que era un perro callejero», justificó.
Según hemos sabido, esta persona, que tenía licencia de caza y portaba indumentaria de camuflaje presuntamente prohibida, no mostró ningún tipo de arrepentimiento o conmoción por lo ocurrido. Lejos de esto, se negó en reiteradas ocasiones a desmontar el arma.
Por lo que sabemos por declaraciones de testigos, su actitud fue muy soberbia. Reconoció el disparo intencionado y dijo que no quería que el perro le quitase las perdices que estaba cazando.
Se niega a dar sus datos y se deshace del cuerpo
Esta persona se negó a aportar sus datos y mostró su intención de marcharse del lugar, pero esto fue impedido por los tres hombres que ya estaban llamando al SEPRONA para que tomase nota de lo ocurrido y abriese el expediente.
No fue hasta la llegada de los agentes que se pudo obtener su identificación, resultando ser un veterano de la caza con licencia en vigor que, presuntamente, ya habría ejecutado a otros perros y era conocido por paseantes y asiduos a la zona. «Es soberbio y va muy seguro de sí mismo con su escopeta», apuntan.
Sin embargo, la falta de interés de este hombre después de haber arrebatado la vida a un perro no impidió que, presuntamente, aprovechase los minutos en los que los tres senderistas acudían en busca del SEPRONA, que ya estaba de camino a la zona, para deshacerse del cuerpo del animal e intentar eliminar el rastro de sangre del suelo. Supuestamente, otro cazador que rondaba por la zona le habría ayudado a despeñar el cadáver o bien esconderlo para después hacerlo desaparecer. Tras varias batidas en su búsqueda, el cuerpo sigue sin aparecer.
Afortunadamente, el propietario de Nerón habría tomado fotografías del cadáver en vistas a la intención de fuga del presunto autor, y el SEPRONA puede dar crédito a la existencia de dichos restos de sangre y, por tanto, de la veracidad de los hechos.
Pocos segundos antes del desagradable suceso, los senderistas habrían grabado un vídeo en el que se observa parte de su recorrido en compañía del animal, que caminaba entre ellos.
Episodios como este son una constante, durante los últimos años. «Los cazadores entienden que el campo es su propiedad y pueden hacer y deshacer en él; si no quieres arriesgarte a recibir un tiro o que lo reciba un ser querido, no puedes pisarlo. Prácticamente te hacen entender que si te ocurre algo es por tu propia imprudencia», explica nuestra portavoz, Yolanda Morales.
Nos personaremos como parte interesada en el proceso judicial que se desarrollará tras la denuncia del propietario del animal. ¡Exigiremos justicia para Nerón!