Historia de un secuestro genético: así fue como una mosca robó ‘superpoderes’ a una planta.

Sep 28, 2022 | Publicación, Actualidad, Destacado, Revista Lloseta, TDB, Tradición


Hace 35 millones de años, un gen de autodefensa pasó de un vegetal a una mosca, lo que ahora le permite ser una plaga inmune a pesticidas naturales. Este paso de ADN no a los descendientes, sino a compañeros del entorno, es el primer caso de transferencia genética horizontal que se observa entre un vegetal y un animal complejo, y que funciona.

TDB te mantiene informado. Síguenos en: FacebookTwitter e Instagram

Hace algo más de 35 millones de años tuvo lugar un secuestro genético determinante e inusual. De alguna manera, un gen de autodefensa de una planta pasó al interior celular de una mosca blanca. Una vez dentro, allí se quedó y desde allí se heredó hasta que a todas ellas se extendió. Desde entonces, la mosca blanca usa su función como escudo y es capaz de resistir los ataques que muchas plantas lanzan contra toda suerte de insectos. Hoy, y en virtud de ese gen, la mosca blanca es una de las plagas más destructivas del mundo.

El salto evolutivo se entiende con el ejemplo de Lynn Margulis: “Es algo así como ir a una piscina, entrar con los ojos marrones y salir con ojos azules, solo porque has tragado agua”

El secuestro es un caso de lo que se conoce en la jerga como transferencia genética horizontal. Esta supone que el paso de material genético no se dirige a los descendientes, como ocurre de la forma tradicional y vertical, sino a compañeros del entorno.

En algunos casos el resultado es un salto evolutivo casi inmediato y se entiende con la comparación que hizo la microbióloga Lynn Margulis: “Es algo así como ir a una piscina, entrar con los ojos marrones y salir con ojos azules, solo porque has tragado agua”. Es muy habitual entre microorganismos, pero muchísimo más raro en células como las de plantas o animales.

Esta es la primera vez que se describe un salto así y con una función tan evidente entre una planta y un animal. El estudio inaugural se publica en la revista Cell y, en palabras de Charles Davis, biólogo evolutivo en la Universidad de Harvard, “es realmente genial”.