La vecindad denuncia la aparición de cadáveres y animales moribundos que agonizan durante días.
Esta barbaridad está ocurriendo en la zona rural Gijón, particularmente en las áreas de seguridad, donde están prohibidas las armas de fuego. Los cazadores están masacrando a flechazos e indiscriminadamente a los jabalíes por orden del Ayuntamiento. La vecindad está horrorizada por la aparición de animales que agonizan durante días, incluso hembras gestantes. Desde hace más de un año, los habitantes de la zona rural de Gijón se cruzan constantemente con cadáveres en descomposición y animales agonizantes alcanzados por flechas mal lanzadas.
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El pasado mes de diciembre, Doña Ana González Rodríguez, alcaldesa del Ayuntamiento de Gijón, renovó un convenio «de carácter excepcional» con la Asociación de Cazadores Asturiana de Caza con Arco (ADECA) que tiene por objeto «la prevención de daños, accidentes e incluso riesgo para las personas que pueden ser causados por jabalíes» justificando su captura a través de esta modalidad en «áreas de seguridad» en las que las armas están prohibidas.
Son más de 20 las áreas en las que se permite aguardar a los cazadores para dar muerte a los animales a través del uso de flechas, lo que resulta igualmente peligroso y, además, según testigos, «es ineficaz y produce sufrimiento a los animales; cuando no aciertan, pasan días agonizando hasta morir«.
Este método es especialmente peligroso y existe una gran posibilidad de fallar y herir al animal de gravedad sin llegar a matarlo. Al sentir dolor, suelen correr para huir, muriendo al cabo de horas o días por desangramiento o infección.
Según los informes presentados por los cazadores, solo entre marzo y diciembre de 2021 se habría matado a más de 200 animales (sin cupo máximo).
Un problema cíclico
Los animales entran a las zonas urbanas buscando alimento porque su medio natural se ha visto totalmente afectado por la expansión humana. El incremento poblacional se debe a la desaparición de los depredadores naturales, también a manos de los cazadores, y las sueltas de las granjas cinegéticas.
Los Ayuntamientos están obligados a proporcionar soluciones a los problemas que tienen lugar en sus áreas de jurisdicción, pero de ninguna manera pueden pasar por cederles el control de las zonas rurales a gente armada.